Por más acostumbrados que estemos a que se haya impuesto la tesis de la maldita representatividad absoluta, y a que nos ninguneen por sistema, escuchárselo confirmar de viva voz a toda una vicepresidenta, tiene su aquel. Y vaya si lo hace y lo dice (ningunearnos y despreciar esa posibilidad).
Pablo Iglesias solo le ha preguntado en la sesión parlamentaria de esta mañana, qué le parecería al Gobierno (y a la Cámara en general) consultar al pueblo –ya que varios grupos están hablando de hacer algunas reformas en la Constitución– sobre su parecer en esas reformas. Y casi parece que la haya ofendido, porque ha acabado saliendo por peteneras.
¿Consultar? Consultar es caca, que para eso estamos nosotros aquí –debe pensar Soraya–, para decidir qué es lo que le conviene al rebaño.
Afortunadamente, si algo ha cambiado a nivel práctico por contar con una fuerza política con 71 diputados en el Parlamento, es precisamente que al superar el 10% de los representantes de la Cámara Baja, hoy sí se puede forzar la consulta en referéndum de cualquier reforma constitucional que se quiera hacer a espaldas del pueblo. Dicho de otra forma, si en el 2011 la aritmética parlamentaria hubiera sido equivalente, no se hubiera podido reformar el artículo 135 con alevosía y agosticidad. De hecho, no se hubiera podido reformar, porque casi nadie hubiera votado a favor de la sumisión a Bruselas.