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07 diciembre, 2018

¿De verdad el problema clave es el Tribunal Supremo?

Publicado en Jueves, 08 Noviembre 2018




El escándalo producido por la decisión del Pleno del Tribunal Supremo de invalidar una sentencia firme de la sala de lo Contencioso del mismo Tribunal ha tenido la gran virtud, no sólo de mostrar “quién manda aquí”1, sino de hacer inocultable la podredumbre que impregna a “las más altas instancias del Estado”.
La indignación razonable no debiera llevarnos a tratar esta sentencia como un caso aislado. Tampoco como la manifestación esencial del problema. Esta sentencia se une a la lista de escándalos protagonizados por ese Tribunal. Cada vez más gente de a pie sabe que eso ocurre cada día en multitud de tribunales y despachos oficiales y que, si no son suficientes las “puertas giratorias”, se recurre a presiones directas más violentas.
Eso sucede aquí, en cualquier país de la UE y en cualquier estado del planeta en el que el poder real máximo resida en una plutocracia que controla los bancos y las grandes multinacionales y que tiene los poderes del Estado a su servicio. Se llama capitalismo.
Lo que evidencian casos como este es que verdaderamente, en algo, “Spain is different”. Aquí la cosa es más burda, como recuerdan los tribunales de derechos humanos o los de otros países de la UE. Ni siquiera hay que molestarse en guardar las apariencias. Permanece en las cúpulas de los aparatos del Estado la misma prepotencia impune que implantaron a sangre y fuego los vencedores de la guerra civil, que se ha mantenido desde la Transición bien guardada por el PSOE y el PP, y que hoy exhibe, insultante, el rey emérito.
Y esa tarea sigue pendiente, viva y apremiante, después de cuarenta años.
Pero el caso del pago del impuesto de las hipotecas, no sólo muestra la vergüenza de la corrupción evidente del “más alto Tribunal”.
Quienes - como el PP, y una ristra de tertulianos y “expertos”- argumentan que la sentencia debe aceptarse porque si se hiciera pagar el impuesto a los bancos se encarecería el precio de las hipotecas, están mostrando una realidad incontestable: el poder de los bancos es absoluto.
Y este inmenso negocio, desde el estallido de la crisis financiera y por obra y gracia de la Unión Europea y de su Banco Central (BCE), se hace sobre todo con dinero público.
El BCE con competencia exclusiva para imprimir y prestar dinero tras la desaparición de los bancos centrales de los países miembros, no puede comprar deuda pública de los Estados y sólo puede vender dinero a los bancos. El tipo de interés actual es del 0,25%.
El artículo 123 de su Reglamento prohíbe taxativamente al BCE adquirir deuda pública, pero cuando pese a todo hacen el favor de comprarla es a cambio de nuevas privatizaciones y reformas laborales, recortes en las pensiones, etc. ¿Cabe alguna duda de a quién representan?
El negocio se cierra cuando los Estados se ven obligados a comprar dinero a los bancos privados a cambio de deuda pública al tipo de interés “de mercado”, es decir, abonando para obtener dinero un interés mucho más elevado que el pagado por los bancos al BCE. Y la deuda pública aumenta y aumenta. Así, mientras los servicios y prestaciones públicos se desmoronan, La Troika y los bancos dicen que se debe a que “vivimos por encima de nuestras posibilidades y gastamos más de lo que ingresamos”. Los acreedores del Estado son los grandes bancos, de aquí y de fuera.
Y es el Estado, en este caso el español, quien con dinero público extraído de la sanidad, de la educación, de la dependencia, de las becas, etc, ha rescatado a unos bancos que ya han anunciado que no devolverán los más de 60.000 millones de euros que oficialmente reconocen haber recibido.
Son esos mismos bancos los que como hienas han arrojado, y arrojan, a la calle – y muchas veces al suicidio – a cientos de miles de familias obreras que no consiguen con sus míseros salarios, o desde el paro, pagar su hipoteca o su alquiler. El resultado: un millón setecientos mil desahucios desde que empezó la crisis y cerca de tres millones de viviendas vacías.
Y las decisiones las toman exactamente los mismos consejos de administración que se autoadjudican salarios astronómicos y exhiben beneficios record cada año.
Además, es a esos bancos a quienes como “prioridad absoluta” el Estado debe pagar la deuda pública contraída, tal y como obliga el artículo 135 de la Constitución y el Tratado de Estabilidad de la Zona Euro de 2013. Para eliminar cualquier escapatoria, la Ley 2/20122 que desarrolla los marcos legislativos anteriores establece la tenaza de la reducción del gasto público que debe asegurar el pago de esa deuda.
Ese marco jurídico-político permite la intervención, real y directa, de la llamada Troika (UE, BCE y FMI), sobre los presupuestos de todas las administraciones públicas y de la Seguridad Social.
Curiosamente esa humillante intervención, a la que se van sometiendo dócilmente todos los gobiernos desde 2011, incluido el actual con su variopinto apoyo parlamentario, no les parece lesiva para la soberanía a tantos exhibidores de banderas y defensores de la patria. Pero lo más grave, es que se oculta sistemáticamente que los programas políticos y las promesas de cambio que construye con desparpajo el “relato” de PSOE y Unidos Podemos son rigurosa y estrictamente papel mojado en el vigente marco jurídico-político de la UE y del Euro. El ejemplo de Syriza ahorra más argumentos.
Esta esperpéntica situación, responsable directa de la miseria y la desesperación de millones de personas, es la que – contra toda lógica – parece intocable e inamovible, y ante la que doblan la rodilla, derechas y supuestas izquierdas.
Obviamente, esa sacrosanta intangibilidad de los auténticos pilares del poder se asienta sobre el desconocimiento por parte de la mayoría del funcionamiento del siniestro engranaje de la dominación. Y se alimenta cuando ante situaciones como la actual, que muestran al desnudo el omnímodo poder del capital, la izquierda institucional señala solamente a sus esbirros, en este caso al Tribunal Supremo. El magnate del automóvil, Henry Ford decía que si la gente supiera como funciona el sistema financiero habría una revolución antes de mañana. ¿A quién sirve el silencio acerca de la mano que mece la cuna?
La crisis, mejor dicho, las consecuencias de la crisis, arrojadas brutalmente sobre las condiciones de la inmensa mayoría, arrancan máscaras y, aún a pesar de todos las maniobras de confusión, la realidad se abre camino. Ante la conciencia de cada vez más gente se abre paso la necesidad de plantear objetivos políticos indispensables, de los que no se habla en las instituciones.
La expropiación de la banca, negar el pago de la deuda y salir del Euro y de la UE, constituyen la única alternativa, la condición sin la cual no hay cambio posible.
8 de noviembre de 2018
1Titulo del artículo que escribí el 24 de octubre tras conocerse la decisión del Presidente del Tribunal Supremo de suspender y reconsiderar la sentencia sobre el impuesto de las hipotecas. http://insurgente.org/angeles-maestro-quien-manda-aqui/
2En este enlace puede consultarse la Ley 2/2012 de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-2012-5730
Aqui el Informe realizado por red Roja sobre la misma Ley: http://www.redroja.net/index.php/noticias-red-roja/noticias-cercanas/1910-informe-de-red-roja-sobre-la-ley-organica-22012-el-final-de-cualquier-soberania-y-el-arma-de-destruccion-masiva-de-los-servicios-publicos


Ver también:


19 febrero, 2016

El juego se termina


Ángeles Maestro


La tragicomedia representada por Syriza este verano de 2015 ha tenido la virtud de poner de manifiesto ante grandes sectores de la población las claves del momento político que caracteriza a las sociedades de una buena parte de los países de Europa y América Latina. Se han hecho evidentes puntos de ruptura que hasta este momento sólo eran percibidos por minorías con capacidad de influencia muy limitada.
Las políticas imperialistas en el marco de una gravísima crisis general del capitalismo no tienen ningún margen de maniobra para acciones sociales que mejoren – aunque sea mínimamente – las condiciones de vida de sus poblaciones.
En el marco de la UE y del Euro es imposible cualquier otro tipo de políticas que no sea la profundización de las medidas de austeridad.
La capitulación absoluta de Syriza marca la debacle de sus imitadores de la “izquierda radical” o de la “nueva izquierda”.
En definitiva, aparece en primer plano de la escena la demostración palpable de que no hay democracia. En consecuencia, por más que pase algún tiempo en que esta certidumbre se transforme en conciencia política, se abre paso la convicción de que la vía electoral no conduce a cambio alguno real y perdurable en las condiciones de vida. No hay caminos intermedios: o someterse a la dictadura del capital, o prepararse para una confrontación dura y sostenida dirigida a destruir las bases del sistema.
El mito de la vuelta al “Estado del Bienestar” y a la “Europa Social”1, más falso que un trilero de la calle Sierpes, se ha utilizado sin sonrojo durante décadas como señuelo por todo tipo de reformismo, desde los viejos socialdemócratas hasta los radicales modernos, pasando por los grandes sindicatos del sistema. El objetivo era rendir el enésimo servicio a la burguesía de desactivar el conflicto social y sobre todo de evitar que la clase obrera identifique a sus enemigos y, en consecuencia, sus tareas ineludibles. Su última y agónica edición por estos lares han sido las llamadas Euromarchas, versión camuflada de la Cumbre Social y de Podemos para, haciéndose pasar por las Marchas de la Dignidad, ofrecer una palestra a los líderes “viejos” y “nuevos” del mismo reformismo.
Esa máscara que tardó décadas en caer, se ha desplomado en Grecia en siete meses y se desactiva a pasos agigantados en el Estado español, mostrando que carecen de las condiciones indispensables para ser instrumentos útiles para resolver los gravísimos problemas del pueblo trabajador.
La enorme crisis del capitalismo le obliga a mostrar su cara más brutal. Y se manifiesta, tanto en el saqueo y la destrucción de países de la periferia (aunque como demuestra Ucrania y demostró Yugoslavia el fuego está cada vez más cerca del centro), como en la liquidación de políticas socio-laborales en los países nucleares del sistema y que le permitieron rodearse de un cierto colchón legitimador en otros tiempos. Ahora ya no hay ni siquiera migajas con las que engrasar la colaboración de clase.
Y en Europa la representación política del imperialismo es la UE y muy especialmente todo el andamiaje institucional de la Eurozona. Su brutal aparato de dominación, pisoteando cualquier ilusión de democracia o de soberanía, es el que se ha revelado ante todos los focos de la escena en Grecia y es el mismo que gobierna con mano de hierro todos los países del Euro.
Red Roja prácticamente ha sido la única organización política que analizó en detalle – hace más de dos años - los infernales mecanismos legales que concretan el férreo control por parte de la Troika del gasto de todos los gobiernos (municipales, autonómicos, estatal y de la Seguridad Social) a los objetivos de déficit y de reducción de la deuda pública, en todos los estados que integran la Eurozona. El Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la Unión Económica y Monetaria de 2012 y la Ley Orgánica que lo desarrolla en el Estado español2 son y serán – para cualquier hipotético gobierno “de izquierdas” que pueda surgir de las elecciones generales – las mismas corazas de hierro que se han impuesto a Syriza. Tanto PP, como PSOE, como todas las derechas nacionalistas los apoyaron con su voto. Y los que no lo hicieron como IU o Podemos carecen de credibilidad alguna si plantean políticas anti-recortes sin confrontar con ese marco institucional y legislativo.
Esta realidad incontestable ha barrido de un plumazo las políticas ilusas de Syriza y de los muchos “syrizos” locales que proponían “convencer” a la oligarquía financiera de que pusiera fin a los memorandos alegando las necesidades perentorias del pueblo griego, el respeto a su soberanía y a la democracia para así, desde dentro, reformar la UE y recuperar la “Europa Social”.
La realidad es que el gobierno de Syriza, o estaba compuesto por una panda de ilusos ignorantes (a pesar de que su gobiernos estaba plagado de flamantes profesores de universidad, como sus imitadores de por aquí) o mentían como bellacos creyéndose sus propios infundios.
Es un escarnio y un insulto a su pueblo que se alegue la traición a su buena fe después de los centenares de ejemplos históricos que muestran con ríos de sangre que el capitalismo, y mucho más en tiempos de crisis, no conoce otros límites que los de la fuerza popular que sea capaz de oponérsele.
Lo que interesa saber a la clase obrera y a los pueblos de Europa es que lo que prometía Syriza y lo que propugnan todas las fuerzas políticas integradas en el Partido de la Izquierda Europea (PIE) – entre ellas Die Linke (Alemania), Frente de Izquierdas (Francia), Bloco de Esquerdas (Portugal), y en el Estado español por Podemos, Partido Comunista de España, IU y Esquerra Unida y Alternativa – es materialmente imposible. Todos ellos arrastran a la gente hacia el callejón sin salida de la reforma de la UE y de la “Europa Social”.
El problema de Syriza y de todos ellos es que engañan al pueblo haciéndole creer que hay democracia y que los pueblos son soberanos, que a través de las elecciones se pueden resolver sus problemas. Primero derrotan al pueblo, le debilitan, le enfangan con los cantos de sirena electorales y le ocultan sus tareas históricas. Después adoptan poses trágicas y dicen que no se podía hacer otra cosa porque los representantes de la Troika son “antidemocráticos”3.
Lo esencial es saber que el juego se termina. Que la crisis acelera los tiempos políticos, que las contradicciones se agudizan y que desaparecen las formas intermedias. Cuando se acercan períodos álgidos de la lucha de clases es preciso decir la verdad a la clase obrera y al pueblo trabajador y convocar y preparar la organización de la resistencia para una etapa de confrontación larga y dura.
La cancelación unilateral de la Deuda, la salida del Euro y de la UE, la expropiación de la banca y de los grandes monopolios, y la salida de la OTAN, son puntos programáticos y de ruptura con el orden existente inexcusables. Pero son inalcanzables si no se apuesta por construir la fuerza obrera y popular capaz de llevarlos a cabo.
Si nos ponemos de rodillas (o nos arrastramos como Tsipras), Merkel, Lagarde, Junker, etc parecen gigantes. Por lo demás, sólo en la construcción de esa fuerza es como conseguiremos la mejor garantía para preservar nuestros derechos y conquistas.
Las opciones reformistas, las mismas del pasado en copa nueva, se desgastan a muchas más velocidad que las originarias. Quienes sabemos que tenemos enfrente a un sistema en gravísima crisis que se nutre de la destrucción de la vida y que administra una burguesía criminal, seremos responsables si no aprendemos las duras lecciones de la historia.
Urge que multipliquemos nuestro empeño para ayudar a que cada vez más sectores de la clase obrera y de nuestro pueblo dejen de seducirse por la misma socialdemocracia travestida de “radicalidad” y vean claramente que es irracional esperar cambio positivo alguno mediante opciones meramente electorales sin fuerza obrera y popular organizada que las respalde. Y que la única opción razonable y que nos apremia es prepararnos, con todas las consecuencias, para la inexcusable tarea de destruir el capitalismo y construir el socialismo.

6 de octubre de 2015

1  Red Roja ha analizado con suficiente rigor el carácter histórico concreto del llamado “Estado del Bienestar” en el marco de una correlación de fuerzas favorable a la clase obrera (existencia de la URSS, derrota del fascismo por parte del pueblo en armas), en una etapa de crecimiento económico y mediante una intensificación de la depredación y la explotación de los pueblos de la periferia del sistema. http://redroja.net/index.php/
2  http://redroja.net/index.php/
3  Declaraciones de Pablo Igleisia tras la aceptación por parte Syriza del tercer memorándum http://www.eldiario.es/
4  “La Maza” Silvio Rodriguez http://www.musica.com/letras.



19 agosto, 2014

Las tareas de la izquierda revolucionaria ante Podemos y otras opciones electorales


Lo que algunos pensaron que era un aguacero de primavera se ha transformado en un ciclón político. La última encuesta del CIS muestra que, más allá de análisis rigurosos acerca de los poderosos apoyos mediáticos de la formación de Pablo Iglesias y de su debilidad programática, que la sitúa en el mismo espacio político que IU, Podemos tiene la capacidad de trastocar el escenario electoral.
El principio del fin de la Transición
El voto recibido por esa organización en las elecciones europeas, junto a la gran abstención, al crecimiento del voto en blanco, al ascenso de IU, ERC y Bildu, rubricaron el principio del fin del bipartidismo y con él de los pilares que – mediante la alternancia en el gobierno de PP y PSOE – han venido sustentando el engranaje político desde la Transición.
La concreción electoral de cambios profundos en el espectro social fue determinante para forzar la abdicación de Juan Carlos, en un intento lampedusiano de cambiar de cara para mantener a una más que desprestigiada Monarquía borbónica, clave de bóveda de los aparatos del Estado herederos de la Dictadura que han venido sustentando la continuidad del poder económico.
La inusitada precipitación con que se hizo y la mal disimulada resistencia del ex rey reveló el desasosiego que cunde en las filas del poder – PSOE incluido, por supuesto -  ante un cambio de escenario político, cada día más probable, con Podemos como protagonista y, sobre todo porque revela el profundo rechazo popular a un bipartidismo que ya nos es capaz de engañar a través de la alterancia a las mayorías sociales.
Lo que me interesa realizar aquí es avanzar en el análisis de las tareas de la izquierda coherente, a partir de importantes trabajos realizados – como el de Vicente Sarasa1 – escrito en el mes de febrero de este año, y por tanto antes de las elecciones europeas, que sitúa con claridad la posición de la línea revolucionaria ante lo que ya se identificaba como un nuevo escenario político-electoral.
Tras el terremoto político del 25 de mayo, urge abrir líneas de debate, y de posible coincidencia con organizaciones revolucionarias, no tanto sobre la formación Podemos en sí u otras, sino sobre lo que expresa el apoyo popular que concitan, con el objetivo de identificar con claridad las tareas que nos esperan a quienes sabemos que nos acercamos a periodos críticos en los que la clase obrera y los pueblos nos jugamos la derrota o la victoria.
Podemos y el agotamiento de IU
Podemos es, entre otras cosas, la expresión político-electoral del agotamiento de una IU que, a pesar de las cabriolas políticas de los últimos tiempos hablando de “procesos constituyentes” y otros movimientos “desde abajo”, ha demostrado desde hace años su incapacidad para abanderar cualquier proceso de ruptura creíble con el engranaje de poder que ahora es percibido por las masas como un lastre. El peso de la traición del PCE en la Transición, la inquebrantable alianza de la Coalición con el aparato de CC.OO. - ni siquiera rota tras su complicidad fáctica con las contrarreformas del PSOE y del PP – su sistemático alineamiento con la aberración antidemocrática de las políticas “antiterroristas” y su colaboración en políticas privatizadoras y de especulación urbanística – corrupción incluida – de la que es botón de muestra su voto en el Ayuntamiento de Madrid apoyando la recalificación de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, la incapacitan para ser considerada como izquierda coherente.
IU, ante la presión del poder, siempre se ha situado en lo “políticamente correcto” y en la práctica ha mostrado que su estrategia real era intentar gobernar con el PSOE a toda costa. El resultado es que buena parte de su electorado ha considerado que es “más de lo mismo” y por lo tanto incapaz de servir para echar a los responsables de tanto desastre.
Desde la movilización social a la apuesta por el poder político para echarles de una vez.
El voto masivo a Podemos – y el que probablemente reciban otras formaciones como la que lidera Ada Colau o otras – es la manifestación de la apuesta política de las luchas sociales: conquistar el poder político a través de las urnas para echar a “la casta” al basurero de la historia. Ese es el objetivo común fundamental de quiénes les votaron y les votarán y para ello poco importa el programa.
Es más que probable que formaciones electorales como Podemos, Municipalia, Guanyem Barcelona u otras, cosechen importantes éxitos electorales en la medida que representan la desesperación ante la ausencia de futuro, sobre todo de la juventud, y el hartazgo de sectores populares ante la corrupción político-empresarial generalizada de quienes les niegan lo más indispensable para vivir.
Tras la potente movilización que supuso el 15M en gran parte del Estado, que sin programa político claro exigía a los gobernantes que escucharan al pueblo, las Marchas de la Dignidad encarnaron un ascenso en el nivel de lucha y de organización que apuntaban un programa de ruptura – el No al Pago de la Deuda – y que exigía a los gobiernos de la Troika que se fueran. Los cerca de dos millones de personas de todos los puntos del Estado que abarrotaron las calles de Madrid no fueron suficientes para echarles. Aunque se dio un importante paso que señala el camino para la construcción unitaria de poder popular en muchos barrios y pueblos, la percepción en la calle fue, una vez más, de impotencia.
Echarles es ahora el principal objetivo para cada vez más gente.
¿Basta con echarles con el voto?
Los cambios en el poder político electoral no afectan esencialmente a la médula del poder real. Tampoco implican necesariamente modificaciones de fondo en la correlación de fuerzas que, para que se consoliden, requieren de avances decisivos en el nivel de organización del pueblo. Y éstos, con la extensión suficiente, aún no se han producido.
Ante el riesgo de estos cambios pudieran dar lugar a políticas contrarias a sus intereses – más insoportables aún en tiempos de crisis - las oligarquías del Estado y de la UE tienen dos opciones preventivas. O bien desnaturalizar y domesticar a los nuevos dirigentes, vía sobornos o amenazas de todo tipo, o bien impedir que lleguen al poder mediante gobiernos de coalición, de tecnócratas o directamente por medio  de un golpe de Estado.
Los ejemplos de corrupción o amenazas de dirigentes políticos son interminables, pero quiero destacar aquí dos casos de organizaciones de la izquierda europea integrantes del mismo Grupo en el Parlamento Europeo que Podemos e IU: la griega Siryza y la alemana Die Linke.
En el primer caso y tras haber mantenido una ambigüedad calculada en relación con su propuesta de salir  del Euro y de la UE, su líder Alexis Tsipras aseguró su permanencia en la Eurozona cinco días antes de las últimas elecciones[1]; de la misma forma aseguró que mantendría a Grecia en la OTAN y que no habría desmantelamiento de las bases militares de EE.UU.
Las presiones sobre Die Linke se produjeron ante la posibilidad de que su ascenso electoral le permitiera gobernar en determinados länders con el SPD y se concretaron en necesidad de eliminar su apoyo a la causa palestina para pasar a  apoyar el “derecho de Israel a defenderse” y evitar así ser acusada de “antisemita”. En un comunicado de 2011 la organización citada afirmaba: “No participaremos en iniciativas sobre el conflicto de Oriente Medio que hacen llamamientos por la solución de un Estado para Palestina e Israel, o por la implementación de boicots contra productos israelíes, o incluso, en la Flotilla de este año hacia Gaza"[2].
Acerca de la corrupción y la traición que implica, que tiene un efecto destructivo incomparablemente mayor sobre la izquierda que sobre la derecha, no es necesario poner más ejemplos pero sí realizar una reflexión imprescindible ante uno de los riesgos más grandes de las nuevas experiencias político-electorales: creer que la historia empieza con ellas y que su inocencia – asegurada en cuanto que no han tocado poder – es un talismán imperecedero.
Muy al contrario. La memoria de nuestra historia como clase obrera y como pueblos es indispensable. En la Transición y posteriormente, muchos líderes políticos y sindicales, con años de cárcel a sus espaldas, o se corrompieron, o no fueron capaces de impedir que los intereses de las clases dominantes se impusieran. El resultado más dramático no fue sólo la victoria de los enemigos de clase, sino la destrucción de las organizaciones a las que representaban.
Por lo tanto, ¿quién asegura que la capacidad de corrupción del poder hacia dirigentes concretos de Podemos u otros, no se ejerza y triunfe, cómo ha sucedido hasta ahora?. ¿La pregunta imprescindible es: ¿Cómo vamos a impedir que esa triste historia se reproduzca? Los y las que traicionaron a su clase y a sus pueblos también eran jóvenes y también representaban “el cambio” y “la transformación social”.
No pagar la Deuda y construir el poder del pueblo.
Hay una única respuesta válida. Sólo el poder del pueblo organizado es capaz de oponerse a la enorme fuerza de la presión de los intereses económicos que pretenden realizarse a costa de lo que sea. Y esto vale tanto para preservar a las y a los representantes políticos de la corrupción y la traición que implica, o para que quien se deje sobornar, no lo haga impunemente.
En cuanto a los contenidos de los programas de gobierno de ayuntamientos, CC.AA. o Estado hay una condición general que es requisito imprescindible para cualquier otra: Negarse al pago de la Deuda[3]. Es preciso que cualquier programa político anteponga la satisfacción de las necesidades sociales a los objetivos de reducción de la Deuda y del Déficit[4] que se incluyeron en el nuevo artículo 135 de la Constitución, que impone la UE a través del Tratado de Estabilidad (TSCG) y el Estado mediante la Ley 2/2012.
El asunto es central porque el pago de la Deuda y el cumplimiento de los objetivos de reducción del Déficit, impiden cualquier soberanía política y determina la práctica desaparición de los servicios públicos. Además el entramado normativo citado contempla incluso la disolución de gobiernos democráticamente elegidos si no se cumplen los objetivos de reducción del gasto público en plazos determinados. ¿Eso quiere decir que es imposible no pagar la Deuda? Ni mucho menos. Significa que frente a unos marcos legales (europeo y estatal) que actúan como corazas y que niegan de hecho el poder político – puesto que no le dejan el menor margen de maniobra – sólo con el poder del pueblo podrá permitir decir a un gobernante , como hizo Thomas Sankara : Si yo no les pago ustedes no se mueren. Si yo les pago, mi pueblo se muere”[5]
Se acercan etapas críticas y los pueblos tenemos el deber de aprender de la historia, de todos los intentos que la clase obrera y los condenados de la tierra han realizado de “asaltar los cielos”. Ante el desmoronamiento electoral de los partidos que representan el poder económico y el engranaje de la Transición que han sustentado, y sobre todo, que encarnan el mecanismo de dominación de la UE, del BCE y del FMI, ¿no es previsible que cualquier Gobierno que pretenda atender a las necesidades del pueblo y que, por tanto se enfrente a la propiedad privada y a su engranaje de poder, reciba la misma respuesta que recibió la Unidad Popular de Chile o el intento de derrocamiento de Chávez en 2002?
La cuestión de fondo que hay que enfrentar es otra que una hipotética victoria por la vía electoral. Sin negarla, porque es posible que se produzca.
La tarea de la izquierda coherente no es zanjar la cuestión calificando a Podemos, o a cualquier otra alternativa electoral, de “pequeño burguesa”, esperando que el pueblo nos reconozca como alternativa revolucionaria.
Es preciso intervenir en los diferentes marcos de organización popular, incluidos los político-electorales como los citados, con la inteligencia suficiente como para situarnos en el nivel de conciencia y experiencia del pueblo trabajador señalando las líneas rojas que en el plano estrictamente político son indispensables para enfrentar los tiempos duros que nos esperan. Es posible la intervención pedagógica para cuestionar el discurso “ciudadanista” cuando se impone la ofensiva más dura de la burguesía en todos los frentes dirigida contra las masas proletarizadas. Es necesario que, desde la experiencia concreta, el pueblo trabajador perciba que sólo desde la construcción de la independencia de clase, es posible enfrentar a “la casta”.
La creciente politización de la gente, y su necesidad de comprensión que las devastadoras consecuencias de la crisis sus vidas, abre el camino para desvelar que no se trata de situarse ante “el agotamiento del Pacto de la Transición” sino de desenmascarar el propio Pacto y a sus artífices como responsables de la construcción de la estructura corrupta de poder político, empresarial y sindical – y en conjunto – de todos los aparatos del Estado que llevan el código genético de la Dictadura.
Existe el caldo de cultivo para intervenir sobre la desmemoria que sustentó y perpetúa todo ese engranaje y por experiencia puedo decir que – sobre todo la juventud – está reclamando llenar con planteamientos de identidad de clase ese vacío que le hace vulnerable ante cualquier oportunismo. La evidencia de que no hay espacio político para alternativas sociales o de derechos laborales en el marco de la UE, la necesidad de salir de la OTAN o la indispensable solidaridad internacionalista frente al imperialismo más brutal que ha parido el capitalismo, son principios políticos indispensables que es preciso introducir con criterios de oportunidad y la suficiente inteligencia en los debates.
Al tiempo que Red Roja plantea la necesidad de intervenir en estos procesos, descarta la participación directa de sus militantes en las diferentes candidaturas, sobre todo porque todas las fuerzas son pocas para dedicarlas a la tarea fundamental de avanzar en la organización y el poder del pueblo.
Nuestro trabajo, y creemos que el cualquier organización coherentemente revolucionaria, es impulsar y participar en todos los procesos de organización popular para que cada vez más sectores conscientes del pueblo trabajador entiendan que la gran tarea, más allá de los procesos electorales, es construir su propia fuerza.
El objetivo prioritario es crear Comités y Asambleas de pueblos y barrios, integrados por todas las organizaciones y movimientos que representen las luchas legítimas del pueblo en cada lugar, y sobre la base de los Comités de las Marchas de la Dignidad, allí donde sea posible: con quienes combaten en el movimiento obrero, en el movimiento antifascista, con los movimientos por la vivienda, la sanidad, la educación, por los centros sociales ocupados, etc, con la finalidad de extender, fortalecer y ampliar sus luchas. Y es preciso incluir el No al Pago de la Deuda en primer lugar de cualquier programa u objetivo de lucha.
Al tiempo que planteamos la intervención en todo marco de organización popular, señalamos que los Comités y Asambleas de pueblos y barrios deben ser independientes y diferenciados de los marcos político-electorales. La experiencia repetida muestra que cuando un movimiento social se transforma o está penetrado por opciones electorales está garantizada su ruptura y su desaparición. Los casos son muchos, pero los más significativos son la destrucción del movimiento ciudadano a raíz de los gobiernos municipales de PCE y PSOE en la Transición y, más recientemente, de la potente Asamblea por Tenerife, tras la decisión de una parte de presentarse a las elecciones.
Y ello precisamente porque uno de sus objetivos fundamentales es controlar al gobierno, a cada nivel, y sea cual sea la formación que lo ejerza, para erigirse en contrapoder contra la previsible corrupción de la representación política y para exigir la adopción de políticas que satisfagan de las necesidades del pueblo trabajador.
La gran tarea es,pues, acompañar la toma de conciencia de la gente que inevitablemente se enfrentará a la evidencia de que el mecanismo electoral no asegura nada y que comprenda que, además de votar a quien le plazca, lo esencial es avanzar en la constitución del poder real del pueblo. El riesgo de que opciones fascistas aniden en sobre el terreno abonado del fracaso de ilusiones electorales como las citadas es real y no podemos ignorarlo.
El objetivo de la construcción del poder de la clase obrera y del pueblo trabajador no es una hermosa frase, ni una consigna huera. Hay que prepararlo  y  fortalecerlo  – lucha a lucha – en el seno de las mismas estructuras que están surgiendo, para estar en condiciones de enfrentar el verdadero combate por el poder político real que, inevitablemente, no será electoral.

8 de agosto de 2014

[3] ¿Por qué el pago de la Deuda es una trampa mortal? http://unidadpopulark.blogspot.com.es/



Ver también:




400 migrantes libixs han perdido la vida en un naufragio en el Mediterráneo huyendo de la barbarie que dejó la OTAN en...

Posted by Jaleo Juventud Andaluza Independentista on Miércoles, 15 de abril de 2015

¡Es el capitalismo, estúpidos!

En todo el mundo, las comunidades indígenas sufren el devastador robo de sus tierras

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